Por: María Hernández 

Eran como dieciocho estudiantes que acababan de salir de la escuela y llegaron a una reconocida plaza del Bronx,  en Nueva York para saciar su hambre. 

Lo más importante a destacar entre estos escolares fue su solidaridad y unidad al momento de compartir una pizza que, por supuesto,  no daba para todos. 

Y la parte más especial fue cuando el adolescente al que le tocó el último pedazo cogió solo un poco y lo repartió entre cuatro compañeros más que parecían tener mucha hambre y no tocaron de la pizza.

Al parecer no les brindan comida en las escuelas de Estados Unidos en estos niveles de escolaridad. 

Algo que hay que resaltar era  una espada que acababa de comprar uno de los muchachos y que llamó la atención de todos sus compañeros. 

Era tan real que al mirarla de cerca causaba pavor. Parecía una escena de Alibabá y los cuarenta ladrones,  guardando las diferencias. 

Lucían muy inquietos todos esos jóvenesestudiantes. Es como si los hubieran soltado de alguna prisión. 

Luego de comer su pizza, sin agua ni refrigerios los estudiantes subieron a tomar el autobús. 

Uno de los jóvenes sacó de inmediato su vape sin que nadie le llamara la atención y comenzó a esparcir su humo por todo el medio de transporte. 

La libertad tiene sus límites y esos autobuses deberían tener un letrero en donde se indique que ni se fuma ni se come.

Al final,los estudiantes bajaron del autobús e ingresaron a una famosa universidad en Fordham ya con su pedazo de pizza en el estómago.